El cuidado general del casco pasa por su limpieza, tarea a la que
se le debe dar la máxima importancia. En la gran mayoría de los
casos, la falta de limpieza, junto con la utilización de grasas
inadecuadas y camas excesivamente húmedas, son los principales causantes
de los serios problemas que todos conocemos en los cascos de nuestros
animales.
Por ello es fundamental que la labor de limpieza se realice
todos los días, eligiendo para ello como momento más adecuado
justo antes de proceder a montar.
Para la limpieza utilizaremos el denominado LIMPIACASCOS, de
la siguiente manera:
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Trataremos de eliminar la suciedad trabajando desde el talón
hacia la lumbre; poniendo especial cuidado para no penetrar
en las zonas blandas de la ranilla.
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Cuidaremos especialmente el aseo de los surcos colaterales
de la ranilla, ya que es el lugar preferido para las bacterias,
piedras y cualquier elemento punzante.
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A la hora de limpiar la ranura central, pondremos nuestra máxima
atención en la búsqueda de cualquier señal de podredumbre.
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Comprobaremos la no existencia de cortes ni grietas, así como
el grado de sequedad del casco.
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En caso de que detectemos mal olor, existirá una gran posibilidad
de encontrarnos ante una infección.
Si es así, procederemos a limpiar completamente el casco y aplicaremos
agua oxigenada en las zonas afectadas. Esta operación la repetiremos
al menos una vez al día (y por supuesto, consultaremos el tema
con el veterinario o herrador).
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Para terminar la limpieza, comprobaremos que la herradura se
mantiene perfectamente colocada y pasaremos los dedos por los
remaches para comprobar que se mantienen en su sitio.
Hay que tener en cuenta que si no realizamos la limpieza a diario,
no podremos percibir la aparición de un problema hasta el momento
en el que el caballo comience a cojear; lo que en ocasiones puede
ser demasiado tarde.
Además de la limpieza de los cascos, deberemos poner especial cuidado
en la limpieza del establo. Es fundamental que un animal estabulado
disponga de una cama seca y limpia; no hay nada más destructivo
para los cascos que el amoníaco de los desechos equinos y de la
cama en descomposición.
Junto a esto, aparece como principal factor de riesgo los cambios
del grado de humedad (mojado/seco) que normalmente producimos tras
el entrenamiento con nuestro caballo. Debemos procurar que estos
cambios sean los mínimos posibles y utilizar algún tipo de aplicación
tópica que selle la cantidad correcta de humedad, al tiempo que
permita el necesario paso de oxígeno.
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